Espero que los pocos que lean esto comenten de manera educada si es que alguien lo lee.
La Voz de los Olvidados
Debido a los recientes acontecimientos ocurridos en la Universidad, expreso mi opinión, que no es la de ningún político, ni la de algún partido, es simplemente la voz de los olvidados en este asunto, la de los estudiantes, estudiantes comunes y corrientes que ingresamos a la Universidad Pedro Ruiz Gallo, aquellos que pasamos más horas en la Universidad que en nuestras propias casas, aquellos estudiantes que fuimos a votar no por ideología, sino por cumplir.
Este escrito pretende dar mi opinión, y la de muchos más estudiantes, de que no estamos interesados en la política, aquellos que somos simples espectadores, espectadores asqueados de ver como se les manipula a nuestros compañeros imponiéndoles una ideología, y que a su vez ellos vengan hacia nosotros con el mismo discurso gastado, con las mismas propuestas, las cuales todos sabemos que no van a cumplir, pero que aún así aplaudimos o sonreímos con indiferencia.
Hemos visto muchas cosas durante las semanas de elecciones, desde acusaciones de un bando a otro, pequeñas marchas de apoyo a uno u otro grupo político, y hasta el regalar objetos, (lo cual es algo indignante, no por el hecho de querer comprar un voto con un polo o con un lapicero, sino por insultar nuestra inteligencia, una estrategia así no funciona en un centro de estudios superior.), muchas estrategias viejas como para ser engañados, panfletos por todos lados que pocos leen, casi ningún alumno le interesa la política, esto solamente le interesa a quienes se pelean por el poder, por los intereses económicos detrás de esta pseudo-democracia.
Con respecto a la violencia suscitada en el día de las votaciones de estudiantes, ya mucho ha sido comentado, acerca de la Universidad, de su calidad, y de nosotros los estudiantes, se ha dicho que somos pandilleros.
El día de votaciones yo estuve allí al igual que muchos, la primera impresión por supuesto fue sorpresa al ver la universidad pintarrajeada con diversos partidos políticos y números que marcar, y así bombardeados de publicidad, queríamos votar y acabar con esto de una vez, ya que más que un acontecimiento político serio pareciera un circo. Pasaron unos minutos se llegó a un punto en que los alumnos corrían, masas desorientadas corriendo de un lado a otro, el caos había comenzado y algunos de nosotros formamos grupos para ver como se desarrollaba todo, vimos destrozos y agresiones, vimos a nuestros compañeros con miedo en los ojos, otros con indiferencia y preocupación, tal vez pensando en si se podría votar de una vez para regresar a casa, o que habría preparado su madre de almuerzo, o rogando tal vez que no hubiera clases al día siguiente porque había algún examen o trabajo pendiente.
Esto es porque a la gran mayoría no nos interesa para nada la política, ni la corrupción, ni la asamblea universitaria, simplemente fuimos para evitar la multa. El estudiante promedio, no está interesado en la política sólo quiere acabar rápidamente su carrera sin meterse en problemas, y salir a trabajar. Pero a todo esto lo que nos deberíamos preguntar es que si es ese el tipo de profesional que queremos en nuestra sociedad. Es más ni siquiera profesional, debemos preguntarnos si es el ser humano que necesitamos, si es acaso el ser humano que queremos ser.
Para los pocos que gobiernan en las sombras, la respuesta es sí, alumnos sin un puntos críticos, sin dar opiniones es perfecto, es aquel prototipo de alumno aplicado y que simplemente se limita a lo que debe saber, aquel ser callado y sumiso a lo que se dé, en otras palabras es el ser ideal que queremos en la sociedad, un ser sin opinión propia dispuesto a aceptar lo que los demás digan por miedo a las represalias, alguien fácil de manipular y sea feliz en su mundo, aquel que cuando vea algo mal, solamente mire siga su camino y sólo se queje cuando llegue a casa. El tipo de persona que nunca levante la voz, aquel que nunca diga “Yo me opongo”.
Sé que muchos tacharan este escrito, pero es la voz de un olvidado, de un estudiante común y corriente que levantó su mano y dio una opinión, buena o reprochable, sigue siendo solamente eso, una opinión.